Cada vez se provocan más guerras de servicio debido a las transiciones económicas y a la creación de nuevas empresas o startups, como se llaman ahora, ya que el trabajo sigue siendo el mismo para cada vez más competencias en los diferentes campos existentes.
A principios de siglo XXI explotó la famosa burbuja inmobiliaria por la especular con los servicios de la construcción a un ritmo superior del que se podía edificar. Un poco más tarde explotó la guerra de las consultoras y el outsorcing o trabajo subcontratado, degradando los empleos directos y los sueldos “bien pagados”, en parte responsabilidad de todos, de las empresas por degradar la demanda de empleo y de los trabajadores por ser excesivamente selectivos a la hora de buscar un empleo. Actualmente, no sé si podríamos denominar ya como burbuja la inflación de las telecomunicaciones con el mercado de los operadores y el tráfico por obtener el mejor ancho de banda, es cuestión de tiempo que acabe explotando si no somos más precavidos. Y, últimamente, ha estallado la guerra del transporte entre los taxis y los VTC.
Para quién no sepa que son exactamente los VTC, son las siglas de Vehículos de Transporte con Conductor concertados por hora, origen y destino, y precio calculados anticipadamente por el cliente. A diferencia de las empresas de taxis tradicionales que captan al cliente ‘In-Situ’ a modo de prostitución comercial y cuentan el precio durante el trayecto. En realidad, no son tan diferentes ambos tipos de compañías, ya que ambos son Vehículos de Transporte con Conductor, a fin de cuentas. Las únicas diferencias entre sí, es que los taxis tradicionales tienen autonomía propia, pueden disponer de hasta 2 licencias por persona, que no son asequibles precisamente, coche propio diseñado por su convenio y salarios que pueden rondar los 1200€ neto en 50 horas semanales. Mientras que los conductores de las compañías VTC disponen de una licencia por cada 30 del resto de taxis tradicionales, además pertenecen a una plantilla que puede ser fija o subcontratada con coche de la empresa, salarios que apenas alcanzan los 1100€, e incluso en ocasiones se limitan a 800€, mensuales. Con todo esto, entre otras cosas que no vienen al caso, hay una clara desproporción de condiciones para un gremio dividido por las condiciones capitalistas y que no dejan de ser compañeros de oficio a pesar de sus diferencias, como la superioridad y libertad autónoma de los taxis tradicionales para captar sus clientes, la desproporción económica y desventaja de la dependencia laboral de los VTC de sus respectivas compañías. Aún y con todo, los taxis tradicionales se adueñan del territorio para imponer su propia ley aprovechando su independencia autónoma, expulsando a la competencia en desventaja laboral. Ya que, los precios de los VTC son inferiores y no es necesario pagar en metálico, ya que se paga previamente al contratar el servicio, digamos que es un sistema con muchas más comodidades para el cliente.
Todavía existe mucha confusión a raíz de las últimas movilizaciones del sector taxi, pero todo parece indicar que la Generalitat de Catalunya ha cedido ante las presiones de los taxis para obligar a las compañías de los VTC a operar exclusivamente en zona interurbana y con una hora de antelación para contratar dichos servicios.
Lo cierto es que, a pesar de existir un exceso de información y de marcas de cada producto, todos podríamos convivir con un poco más de organización. En lugar de hacer la guerra, podrían organizarse por rotaciones según la zona, horarios, etc. Incluso, fusionando las marcas como suelen hacer las cajas de ahorro o las teleoperadoras. Porque, a fin de cuentas, todos no dejamos de ser seres vivos que luchan por sobrevivir y abrirse un hueco en la sociedad para subsistir.
Actualización (22 nov 2019) Fuente ‘El País’:
Uber ya permite contratar taxis en Madrid a través de su plataforma. El servicio admite por primera vez la precontratación del trayecto a precio cerrado.